El anuncio por parte de varias farmacéuticas acerca de la alta efectividad de sus respectivas vacunas en la lucha contra el coronavirus ha provocado un gran optimismo entre quienes consideran este avance un gran paso para vencer al virus. Sin embargo, como anuncian los expertos, hay varios factores a tener en cuenta que aconsejan un optimismo más moderado. Y es que, con la vacuna en el mercado, será necesario un largo periodo hasta que se consiga una inmunidad generalizada. En este sentido será esencial establecer óptimos protocolos de vacunación y tener en cuenta el elevado porcentaje de la población que aun es reticente a ella. Así, durante algún tiempo, vacunados y no vacunados estarán obligados a convivir. Pero, ¿cómo serán las relaciones laborales entre unos y otros?
En declaraciones a Expansión, Noemí Brito, Socia co-responsable del Área de Tecnología, Innovación y Economía Digital, considera que “en esta relación laboral entre vacunados y no vacunados lo importante es no estigmatizar a nadie y contar con la planificación de protocolos suficiente para lograrlo. Los servicios de prevención de las empresas juegan un papel fundamental para establecer las bases legales, incluso en lo que se refiere a la privacidad”.
“Las medidas deben ser proporcionadas y deben atender al principio de minimización de los datos –preguntar lo mínimo indispensable al empleado–, y también deben atender al principio de proporcionalidad al implantar medidas de control. No habrá un plan definitivo e inamovible en las compañías”, continúa.
Por su parte, cuestionado por la obligatoriedad de la vacunación, Enrique Ceca, Socio Director del Área Laboral, apunta: “No se podrá obligar a vacunar salvo por una razón médica. Es una cuestión de derechos fundamentales”. Nuestro compañero se pregunta si puede ser obligatorio para realizar determinadas funciones (médicos, guarderías y residencias) y explica que se trata de algo similar a los reconocimientos médicos que son obligatorios en determinadas situaciones en una empresa.
Finalmente, en relación a la implementación de un pasaporte inmunológico, Enrique recuerda que puede haber un trato desigual o diferencial en función de quién esté vacunado, y reflexiona sobre si el criterio de profesionalidad será un criterio de orden en la vacunación.
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