“Un ‘trader’ millonario ha perdido su trabajo en la City de Londres por hurtar en la cantina”. Éste ha sido uno de los últimos casos de despidos procedentes en los que un alto ejecutivo pierde su trabajo por cometer “infracciones más o menos nimias”. Sin embargo, no es un hecho aislado.
Como señala el diario El País, en España también se dan casos en los que altos directivos ven cómo sus carreras llegan a su fin “por algo tan nimio como repetir postre sin pasar por caja”. En declaraciones a este medio, Esteban Ceca, Socio fundador y Presidente de nuestro despacho, rememora casos similares en España como el del alto ejecutivo de banca que se quedaba unos días las inversiones de sus clientes para disponer de sus fondos o el de una empleada de supermercado que se llevó a casa una barra de labios caducada. Ambos casos, independientemente del calibre de sus faltas, culminaron con el despido procedente de los infractores.
“La jurisprudencia sigue siendo exacta desde hace 80 años. No se mira la cuantía de lo defraudado, sino la transgresión de la buena fe“, concluye Esteban Ceca.
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