Concluye el año, pero continúa la crisis económica que atenaza a España más que a ningún otro país de la Unión Europea.
Cuando en el inicio de la recesión, en 2.008, publiqué un artículo sobre “Crisis económica y pérdida de valores morales”, quienes lo leyeron en varios periódicos de tirada nacional, me tacharon de catastrofista.
Allí hablaba de una crisis económica muy profunda, semejante al gran hundimiento de 1.929, persistente al menos durante un quinquenio y que en España supondría la definitiva quiebra del sistema de pensiones, un drástico recorte del estado del bienestar, congelaciones salariales, despidos masivos y una tasa de desempleo que rondaría el 20% de la población activa. Adobado todo ello con unos niveles de déficit público escandalosos y muy por encima de las pautas marcadas por la Unión Europea.
Lamentablemente estos parámetros se van cumpliendo. La destrucción de puestos de trabajo persiste. El año que ahora concluye ha erosionado un 20% de todo el débil tejido empresarial de España; el consumo no se acelera; los Bancos siguen aferrados a la no concesión de créditos y Basilea III puede así contribuir a empeorar la situación financiera nacional.
Esta cruda realidad ha retraído más aún el consumo; aunque con sorpresa se vaya generando un débil incremento en la inflación, fundamentalmente en bienes de necesidad vital. Compatible todo ello, con el progresivo avance de España hacia unos niveles de pobreza jamás vividos desde la posguerra civil.
2010 se cierra con cinco millones de parados reales; con un millón y medio de familias con todos sus miembros en desempleo y con las prestaciones agotadas; con importantes e inasumibles subidas de impuestos indirectos; con elevación de precios de primera necesidad, como los derivados energéticos; con una reforma laboral completamente inoperante e inútil; con un sistema de pensiones ya quebrado y con una desconfianza de los ciudadanos en el Gobierno, con cotas jamás alcanzadas.
El empresariado débil ha desaparecido en gran parte y las grandes compañías multinacionales prosiguen su meditada inversión en despidos, más que en la generación de riqueza. Sectores básicos de la economía nacional están por completo paralizados: las obras públicas, el sector de la construcción, la fabricación de bienes de equipo, el sector exportador, el de servicios, etc. Toda la industria en general.
Con esta perspectiva hay lamentablemente que olvidarse de la generación de empleo neto. No se conseguirá crear ni un solo puesto de trabajo en tanto no se cumplan dos condiciones: recobrar el empresariado la confianza en las medidas económicas del Gobierno y crecimiento del PIB en al menos un 2% anual.
Lo primero supone la cuadratura del círculo, mientras el Sr. Zapatero prosiga al frente del Ejecutivo. Lo segundo resultará igualmente imposible si el Consejo de Ministros persiste en desatender la puesta en práctica de medidas que, auspiciadas por la UE, OCDE, BCE y FMI, ya han contribuido en países de nuestro entorno a cortar la riada del desempleo, iniciar la creación de riqueza, bajar el déficit público y dinamizar el conjunto de los sectores económicos.
Una nueva, profunda y extremadamente liberalizadora reforma laboral; la bajada del IVA general y del tipo reducido; el fortalecimiento de un único tipo de contrato de trabajo con plena autonomía de la voluntad de los contratantes; la paulatina reconversión del sistema público de pensiones, desde el actual de reparto puro a uno futuro de pura capitalización; el redimensionamiento de los organismos públicos centrales, autonómicos y locales, hasta conseguir un Estado central descentralizado, en lugar del actual autonómico cuasi federal; la reestructuración financiera, con la eliminación de la actual atomización de instituciones crediticias, reduciéndolas a unos pocos Bancos y Cajas, más las Cooperativas de crédito, pueden ser unas cuantas pautas a recomendar, para que España salga de la crisis.
De lo contrario, probablemente no sigamos los derroteros de control y ayuda que la UE ha impuesto a Grecia e Irlanda, pero forzaremos a nuestros socios comunitarios a la creación de un órgano de rescate financiero permanente, paralelo al Banco Central Europeo, en el que España estará durante años, en un vigilado punto de mira u ojo del huracán.
Esteban Ceca Magán
Ceca Magán Abogados