Hace más o menos un año por estas fechas, escribía un artículo sobre la importancia de las formas. En él venía a comentar, haciendo un juego con las maneras sociales, que efectivamente el respeto por las normas del proceso constituía, no sólo una obligación formal para el letrado, sino que la inobservancia de las mismas ponía en serio riesgo el resultado al que aspiramos en el pleito. Viene esta introducción a cuento, para traer a colación nuevamente un caso que recientemente he tenido que abordar donde la confusión a la hora de respetar las normas procesales dieron al traste con las aspiraciones del contrario, ya la solicitud de una medida cautelar en vez de presentarse con la demanda se presentó de manera previa, sin atender los requisitos que esta manera conlleva.
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