Bajo el título “el valor del Agua”, hoy nuevamente se quiere recordar la relevancia de este recurso. El hecho de que el 99% de la población española tenga acceso al agua potable con el simple gesto de abrir un grifo hace que frecuentemente nos olvidemos que este bien tan necesario es, a su vez, limitado y escaso. De hecho, son muchos los retos a los que nos enfrentamos para garantizar el futuro del agua mediante la protección del recurso, su gestión eficiente y sostenible, y el uso global responsable de este bien tan preciado.
Empezando por su disponibilidad y calidad, la sequía no es una cuestión meramente meteorológica, nuestra planificación hidrológica, la oferta y el consumo siguen sin adaptarse a la realidad climática. Ello nos lleva al verdadero problema al que debe enfrentarse España, asumir la escasez crónica de agua: cuando el hecho es que la demanda supera con creces la disponibilidad del recurso. Los expertos señalan que la solución no pasa por construir más embalses o realizar más trasvases o más desalinizadoras, sino planificar la escasez desde su gestión y su uso más sostenible.
La sobreexplotación de los recursos hídricos, básicamente destinados a regadíos, en muchos casos económica y ambientalmente insostenibles, junto con el mal estado ecológico de muchas aguas subterráneas, tanto por sobreexplotación como por contaminación, así como, aunque en menor medidas, de algunas aguas superficiales (ríos, lagos, transición y costeras) nos impide alcanzar un buen estado en general.
Adaptar la planificación hidrológica a la realidad climática del entorno, integrando la sequía y el cambio climático como algo inherente, y apostando por la gestión eficiente y el consumo sostenible son claves.
Introduciéndonos en la gestión, hay realidades que no se pueden esconder durante mucho tiempo como la urgencia que tenemos de renovar el parque de infraestructuras hídricas para actualizarlo técnica, jurídica, y económicamente, y adaptarlo socialmente a una realidad completamente diferente a aquella en la que fue construido.
Este desajuste entre las necesidades del entorno y sus usos, y las infraestructuras hidráulicas se debe, en gran medida, a la falta de inversiones que ha sufrido el sector durante los últimos años que ha venido afectando, entre otras, a las presas, sistemas de riego, de drenaje o de recogida de aguas residuales, o a la red de saneamiento y abastecimiento. Algunos de los grandes desafíos a los que estos procesos se enfrentan pasan por mejorar su eficiencia, aumentar su rendimiento y su gestión mediante la modernización de estructuras.
A todo ello debemos sumar la multiplicidad de administraciones hidráulicas—Estado y Comunidades Autónomas especialmente— con potestades sobre el recurso; complejidad que se intensifica, aún más, por el número de organismos públicos que forman parte de esta estructura siendo especialmente destacables las Confederaciones Hidrográficas, cuya modernización integral es urgente.
Antes estos retos, la canalización de los Fondos UE para la recuperación económica, actualmente comprometidos, debería ser una vía para mejorar la protección y la planificación del Agua. No obstante a lo anterior, si no cambiamos las pautas de consumo y uso, concienciándonos de la importancia y escasez del Agua, toda medida será siempre insuficiente.