Los tiempos cambian, y con ellos las preferencias en los consumidores y su forma de valorar las distintas ofertas de productos y servicios que reciben a diario.
Hace tiempo un buen spot publicitario se traducía en un éxito seguro en las ventas de un producto o servicio concreto, hoy en día no me atrevería a realizar tal afirmación. Actualmente nos vemos saturados por la cantidad ingente de mensajes y ofertas publicitarias que recibimos a través de distintos soportes como la televisión, internet, teléfonos móviles, prensa escrita, redes sociales ,etc. La oferta es tal que el potencial cliente ve abierto un amplio abanico de posibilidades para adquirir el mismo producto o servicio, y consecuentemente está en posición de poder comparar, analizar y sacarle provecho a la oferta que más se adecue a sus necesidades.
Los servicios jurídicos no se escapan a esta realidad, ni mucho menos. La guerra de precios ha llegado, y las personas y organizaciones que requieren de determinados servicios jurídicos no acuden directamente a la marca que más les suena , buscan , comparan y compran aquello que les garantice un valor añadido.
Al tratarse de un servicio, no es fácil explicar a priori el por qué de las ventajas competitivas que ofrece un abogado frente a otro. Obviamente, se presupone una garantía jurídica, un know how y una especialidad en la materia a tratar en cada caso, pero eso no basta, el cliente busca algo más, trata de encontrar una mezcla perfecta entre calidad y precio, aderezada con un altísimo componente de confianza, que , en definitiva, es lo que le hará decantarse por una oferta u otra.
La empresa ha de adaptarse a los clientes, no al contrario, tenemos que ser capaces de demostrar en todo momento la buena fe de la empresa, nuestra accesibilidad, disponibilidad, coherencia y respeto hacia los clientes. Ser capaces de establecer unas expectativas claras y proponer un sistema claro y transparente de precios.
A partir de aquí, los clientes , contentos con el servicio ofrecido, serán los prescriptores de lujo de mis servicios, hablarán con terceros de lo satisfechos que se encuentran con el trabajo realizado y, en definitiva, si el despacho ha sabido responder a todas sus expectativas, se erigirán como los verdaderos fans de mi marca.
Contando con que vivimos en una era tecnológica 3.0, y teniendo en cuenta que existen importantes plataformas on line en las que los consumidores intercambian opiniones sobre determinados servicios y productos, a las que suelen acudir a recabar información antes de contratar un servicio o realizar una compra, resulta inverosímil que una empresa no desarrolle una estrategia comercial orientada al cliente de principio a fin.
Tengamos muy presente la viralidad existente a día de hoy, mediante la cual una marca puede ser ensalzada en pocos minutos o tremendamente dañada por un pequeño descuido.
Hemos de ser capaces de cuidar y mimar al cliente, de escucharle y empatizar con él en todo momento, hacerle partícipe de los objetivos marcados por mi marca, y en definitiva, de construir las bases de una confianza mutua que , posiblemente, le conviertan en un auténtico fan.
David Muro
Ceca Magán Abogados