A día de hoy, desde mi punto de vista, la escucha activa parece haberse convertido en un auténtico reto. ¿Es realmente tan difícil saber escuchar?
A diario nos rodeamos de personas con las que nos reunimos, debatimos, discutimos, comentamos temas varios, y en definitiva, con las que tratamos de comunicarnos, ahora bien, ¿realmente estamos llevando a cabo una comunicación fluida? Es decir, ¿existe dentro de esa comunicación un elemento fundamental de la misma como es la escucha? Yo diría que, desgraciadamente, muchas veces la omitimos.
He asistido a reuniones en las que, estando del lado del comprador, no he podido abrir la boca hasta casi el final de la reunión… ¿cómo puede ser que una persona que me quiere vender un servicio o producto concreto no me haya preguntado antes de nada cuáles son mis necesidades? Incomprensible.
He estado también en reuniones en las que los miembros del “debate” opinaban sin apenas escuchar lo que la otra parte tenía que decir. . . ¿Cómo es posible rebatir una idea si ni siquiera hemos escuchado la idea o argumento contrario?
Judith Humphrey, autora del libro “Speaking as a leader”, el cual recomiendo, por cierto, habla de cómo poder mejorar ciertas situaciones que se dan en la vida cotidiana y que llevan implícitas la escucha activa, y hay una situación que debería conllevar sanción inmediata ,por lo grave del asunto, y es aquella en la que el receptor del mensaje está obnubilado con su móvil, ipad o portátil sin mirar siquiera a la persona que le está comentando cómo va un proyecto o algún tipo de incidencia en un asunto profesional. ¡Esta situación se da demasiadas veces!.
Qué frustrante puede llegar a resultar esta situación para la persona no escuchada, y qué pérdida de tiempo tan absoluta para ambas personas. Si nos paramos a escuchar un poquito más y dejáramos de mirarnos tanto el ombligo, estoy seguro de que nuestro día a día se enriquecería muchísimo y mejoraríamos muchas facetas de nuestra vida personal y profesional.
Hay profesiones en las que esta escucha se antoja fundamental, como en la de abogado, por ejemplo. Ha de tratar de ser un perfecto escuchador. Es fundamental que el cliente se sienta escuchado y comprendido, generando así la confianza necesaria para que ese cliente se lleve una buena primera impresión, que puede llegar a marcar mi relación con él.
Existe un proverbio árabe que me ha ahorrado muchos disgustos y ha hecho que en muchas ocasiones no sea esclavo de mis palabras: “si lo que vas a decir no es más bello que el silencio no lo digas”, y cuánta razón encierran estas sabias palabras.
Escuchemos, no nos limitemos a oír para rebatir, opinemos sí, pero sabiendo qué ha dicho la otra persona y dándole la razón si la tiene, sin caer en el absurdo de estar opinando lo mismo pero haciendo ver que se da una opinión contraria, por el mero hecho de no haber escuchado.
Cuánto tiempo nos ahorraríamos todos si supiéramos escuchar un poco mejor…Hagamos un ejercicio a lo largo de esta semana, cuando le preguntemos a alguien esta simple cuestión: ¿qué tal? pregunta que hemos convertido en retórica al no esperar respuesta al formularla, parémonos a escuchar qué nos tiene que decir la otra persona, estoy seguro de poder descubrir cosas muy interesantes. Un compañero de trabajo, un vecino, un cliente, un proveedor, un amigo. . .hay mucha gente interesante de la que estoy seguro podemos aprender algo todos los días.
David Muro Fernandez de Arróyave
Ceca Magán Abogados
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