Cuando estás estudiando una carrera universitaria, con la inversión que ello conlleva, tanto económica, como de esfuerzo personal, la enfocas, evidentemente, para desarrollar tu actividad profesional en el futuro, y actualmente te encuentras con una serie de medidas políticas o recortes, que hacen inviable tu creencia en el sistema, y menos aún en las posibilidades de trabajo, te decepcionas y cuentas con dos opciones; primera, esperar a que “suene la flauta”, segunda, marcharte fuera de tu país porque las posibilidades de éxito son superiores a las que podrías obtener en el tuyo.
Todos hemos visto en prensa y televisión que españoles jóvenes y muy brillantes, (algunos de ellos incluso han obtenido premios importantes), han sido noticia como la historia de Nuria Martí, la única española que ha participado en la obtención de células madre humanas por clonación, también la de Diego Martínez, el mejor físico joven de Europa al que se le negó la beca del programa Ramón y Cajal por falta de “liderazgo internacional”, entre otros muchos. Lástima, hubiéramos contado con excelentes profesionales, que al no disponer de lo más mínimo, y sobre todo, y más importante aún, el no contar en un futuro próximo con posibilidades de trabajo, se han visto forzados a salir de su país.
En este sentido, también se podría hablar de los recortes en las becas de estudios. Hay estudiantes muy válidos y muy inteligentes, que sin esas ayudas no podrían continuar estudiando, porque su economía o la de sus padres no se lo permiten, y dependen económicamente de las mismas. Este estudiante, en potencia, que tiene posibilidades, si le privamos de esa beca, no podrá continuar con su estudio y por lo tanto se perdería un potencial talento.
La famosa fuga de cerebros o también conocida como fuga de talentos o migración altamente cualificada, es la emigración de profesionales y científicos formados universitariamente en su país de origen a otras naciones, impulsados principalmente por la falta de oportunidades de desarrollo de sus áreas de investigación, por motivos económicos o por otros y generalmente no regresan. Si bien este fenómeno se acentúa en países en desarrollo, esto no es excluyente, y en muchas ocasiones se da también entre naciones industrialmente desarrolladas, debido a diferencias salariales o impositivas. Todo esto contribuye a que el cerebro eleve la economía del país donde se encuentre desarrollando su labor con éxito y por supuesto, en detrimento del nuestro propio.
Es decir, la fuga de cerebros hace que el país de origen se pierda la inversión en educación superior de esa persona, y de la misma forma el capital social del que podríamos disponer para levantar precisamente la economía de nuestro país.
Desconozco la solución, pero tengo claro que este país debería de dedicar el dinero público en educación, formación e investigación en lugar de en rescatar a bancos y ahogarnos con subidas y más subidas de impuestos.
Noelia Algaba
Ceca Magán Abogados
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