En numerosas ocasiones hemos podido observar como surgen diversas opiniones acerca de si aquella persona considerada como líder, nace o se hace. Cualquiera de las opiniones que se deriven de estas posiciones es igual de valida si de lo que hablamos es de la actitud de las personas como reflejo del liderazgo
Un líder es aquella persona que, de forma intencionada o no, tiene la capacidad de influir en la forma de ser o de actuar de los demás haciendo que estos consigan los objetivos o metas previamente establecidos.
Esta definición es la muestra de una capacidad del ser humano que presumiblemente a todos nos gustaría poder tener, pero… ¿Qué hace falta para ser un líder?¿Es necesario dirigir un equipo para ser líder?¿Quién puede ser el líder?¿Qué es ser líder?
Todas estas preguntas se responden, en mi opinión, con una sola palabra: actitud. Toda persona puede ser un gran líder si posee una correcta actitud en el desempeño de sus funciones; todos podemos ser líderes, no es necesario nacer líder para poseer la capacidad de influir en el hacer o ser de las personas ya que, con la mera actitud e intención de dejar una huella positiva en el ejercicio de nuestra actividad estaríamos ejerciendo el liderazgo.
No es necesario poseer una autoridad formal para ser un líder ya que, el poder que te otorga la autoridad formal desaparece cuando desaparece el cargo. No es necesario dirigir un equipo de trabajo para ser líder, es una cuestión de actitud y ganas de dejar una marca positiva por allí por donde pases.
La actitud es un reflejo del liderazgo y por ello, si empezamos por liderarnos a nosotros mismos en nuestros quehaceres, afrontando las situaciones que se nos presenten con positividad, carisma y predisposición, acabaremos influyendo indirectamente en las personas que nos rodean, ya sea en ambiente laboral o no.
“La actitud es esa diferencia que siempre marca la diferencia”
Vladimir Díaz Noboa
Ceca Magán Abogados
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