Mi anterior comentario concluyó con la frase “Sonrían que es gratis”. Decía Sócrates “La alegría del alma forma los bellos días la vida” y Aristóteles describía a la risa como “un ejercicio corporal valioso para la salud”.
Si bien es cierto que en algunos momentos de nuestra vida cuesta mantener esta filosofía por las circunstancias que nos rodean, sí sería bueno fomentar el buen humor.
La famosa frase William Shakespeare lo dice todo: “el corazón alegre es capaz de caminar todo el día. El corazón insensible a la alegría se cansa al cabo de una hora”.
Todos conocemos que cuando nos sentimos felices o alegres, parece que todo funciona mejor, incluyendo los órganos de nuestro cuerpo. La actitud ante la vida y saber afrontar sus envites es muy importante. Encajar el porqué de lo que nos sucede en nuestras relaciones, tanto personales, como profesionales, a veces, es difícil de entender y sobre todo de simultanear en el devenir rutinario. Evidentemente ante situaciones difíciles todos los seres humanos actúan de diferente manera. De hecho, dependiendo del estado de ánimo en el que nos encontremos reaccionamos de distinta manera.
A nivel laboral ocurre lo mismo. Estoy convencida de que una persona produce mucho más si se encuentra de buen humor, alegre, contenta y de buen rollo como se dice ahora, afrontando todo lo que le echen encima de mejor talante, que si se encuentra seria, amargada, triste, o con no muy buenas relaciones con los que están a su alrededor.
De hecho, todos conocemos que existe una técnica psicoterapeútica conocida como risoterapia tendente a producir beneficios mentales y emocionales por medio de la risa. Realmente no es una terapia, ya que, evidentemente, no cura enfermedades, pero en ciertos casos logra sinergias positivas con las curas practicadas.
Es importante que aprendamos a reírnos de nosotros mismos y de nuestras limitaciones.
Bien es cierto que la sociedad nos enseña a reírnos de los demás, en lugar de hacerlo con los demás.
Hay que desdramatizar las situaciones de la vida, desarrollando un espíritu competitivo y optimista y eso se consigue con la risoterapia. Al parecer, las personas que realizan esta técnica aprenden a tener una mejor visión de si mismos, de su entorno y de sus posibilidades.
No nos cuesta nada reírnos un minuto durante tres o cuatro veces al día. Aunque esto parezca muy poco, contribuiría a que una persona tenga una mayor calidad de vida, siendo la risa la mejor medicina preventiva sin ninguna contraindicación.
Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar nuestro organismo de energía negativa. Esa catarsis, según él, nos permitiría vivir mejor.
Lo dicho, aunque estamos en época de recortes, no recortemos, por favor, algo que es nuestro: la risa.
Dedico este comentario a todos mis compañeros de trabajo que con su alegría hacen que mi día a día sea más llevadero. Gracias.
Carmen Roldán
Ceca Magán Abogados